domingo, 18 de mayo de 2014

¡CÓRDOBA ENAMORA! ¡Y SUS PATIOS... AÚN MÁS!

La foto que he elegido como cabecera de este post define, a la perfección, las sensaciones que transmite una de las ciudades con más encanto de España. Córdoba no os dejará indiferente, enamora y, aun más, si la vais a visitar en su etapa de máximo esplendor: mayo.  En este mes se combinan: la cata de vinos, las cruces, el concurso de patios cordobeses y la feria.


Pero bien, empecemos por el principio.


Nunca había visitado Córdoba y me llamaba mucho la atención por la feria de sus patios. Lo poco que había visto de ellos por la TV o internet, me había dejado sin palabras así que verlos en persona se convirtió en uno de mis grandes objetivos de este 2014.

Reservé (recomiendo hacerlo con antelación para que os sea más económico) y puse rumbo a una ciudad preciosa, tanto arquitectónicamente como humanamente hablando.
Lo primero que sorprende Córdoba (a parte del calor) son sus calles. La mayoría de ellas, sobre todo en el barrio de la Judería y del Alcázar Viejo (las dos zonas con aun mayor encanto de la ciudad y digo “aun” puesto que todas son maravillosas) son increíblemente blancas y “algo” laberínticas. Tienen la esencia de los pueblos andaluces más bonitos y típicos.  Lo más mágico de sus calles es que, desde la entrada, no se ve la salida o hacía donde te llevan, con lo cuál, entras con sensación de misterio y curiosidad por saber qué sorpresa te depararan: si una plaza, una plazoleta, un patio comunitario, un callejón, un restaurante, una fuente, una ermita…  


 
Así pues, la curiosidad te lleva a conocer el alma de la ciudad. Córdoba, por lo tanto, te va enamorando conforme la vas conociendo (de la misma manera que sucede con las personas más importantes de tu vida).




















EL CONCURSO DE PATIOS CORDOBESES


Los vecinos de la propia ciudad compiten en uno de los concursos más maravillosos de España y, me atrevería a decir, que del mundo.  Deben decorar, lo mejor posible, su patio y dejar que lo visiten miles de personas. Hay un jurado que decide los ganadores: un total de tres patios sobre cerca de sesenta que participan.

Estos patios están distribuidos por toda la ciudad con lo cual se pueden agrupar por zonas. Vean el plano.


Tal y como he dicho al principio, las dos zonas con más encanto son: la Judería y el Alcázar Viejo. Por lo tanto, os recomiendo que no os vayáis de la ciudad sin haberlas visitado, tanto por sus calles como por sus patios.  





La cara B o “negativa” es que, al ser las dos zonas con más renombre de Córdoba, son las que más visitantes quieren ver y las colas pueden ser largas (30-60 min). E aquí una de las pocas “críticas” de los Patios: la acumulación de gente durante el fin de semana. A titulo personal, pude ver todos los patios de la Judería pero solo uno del Alcázar Viejo.



















Al mismo tiempo, como son patios privados, tienen un horario a respetar: de 11 a 14h, en turno de mañana, y de 18 a 22h, en turno de tarde. Así que, en “los ratos muertos” del inicio de la tarde igual es buena idea visitar otros sitios de la ciudad o bien, algún patio publico (hay muy pocos) donde, además puedes echarte una siesta en sus cómodos bancos o tumbonas.

Visitar los patios privados es una maravilla. Cada patio tiene su propia esencia, su propia “alma”, su “toque personal”. Tanto si son pequeños, como medianos o grandes tienen en común que son preciosos, muy cuidados, coloridos, con mucho encanto y con la esencia pura de la primavera. De cada uno de ellos, sales encantado por mucha cola que hayas hecho y “enganchan” y es que, justo al salir de un patio ya tienes ganas de descubrir el siguiente. Así pues, no encontraréis ningún solo patio que os decepcione, quizá diréis que “no es tan impactante como X que habéis visto” pero es imposible que digáis: “no me ha gustado”.


Cada zona de la ciudad cuenta con voluntarios súper atentos y cercanos. Ellos os recomendaran qué visitar de cada zona e, incluso, alguna que otra advertencia y es que están en contacto entre ellos y os pueden decir cuanto tiempo de cola hay en cada patio. A su vez, os pueden decir qué patios van más encaminados a ganar y, así, podéis visitarlos antes de partir como a mi me sucedió con el patio de la Calle Marroquíes nº6 (de hecho, uno de los que han ganado este año así como en años anteriores).



En algunos patios, sus dueños piden una “colaboración” (limosna) pero es totalmente voluntaria, así que la visita de los patios es muy “low cost” por no decir gratis del todo.  




¿Y si no puedo visitar Córdoba en mayo?

Insisto, Córdoba es preciosa. Si la podéis visitar en mayo, lo es aun más pero, si no, os encantará igualmente. Hay tres zonas que no os podéis perder de la ciudad.


LA MEZQUITA 


La Mezquita es impresionante, tanto por fuera como por dentro. Su fachada es imponente y es el máximo representante árabe de tantos elementos y detalles que hay repartidos por la ciudad. La entrada solo cuesta 8 euros, no tiene límite de tiempo (hasta que llega la hora del cierre, claro) y, lo más positivo para los que nos gusta la fotografía: ¡se pueden hacer fotos con flash! La visita a la Mezquita no solo os la recomiendo sino que voy más allá: ¡os la obligo! Si por fuera impacta, por dentro impresiona aun más. Ya no solo por la sensación de estar conociendo, en persona, uno de los monumentos más fotografiados en libros, revistas, internet… sino porque transmite perfección artística, belleza y mucha paz.



Es muy grande y, conforme vas observando el techo, piensas en los días, meses, años… que se destinaron para hacer semejante obra maestra. Además, a parte de esto, tiene zonas “menos conocidas” que también te dejan sin palabras. Os asombrará.



















EL ALCÁZAR DE LOS REYES CRISTIANOS

¡Córdoba no me dejaba de sorprender! Cuándo parecía que ya había conocido toda su belleza, descubría otro sitio que me volvía a maravillar. Así me pasó con el Alcázar de los Reyes Cristianos que, como la visita a la Mezquita, os OBLIGO a ver.  

La entrada solo cuesta 4,5 euros y cuenta con uno de los jardines más bonitos que he visto en mi vida junto con el Patio de Versailles, de París. 

Sus patios también son muy bonitos y muy bien conservados. En cambio, los salones son bastante pequeños y, la zona superior (de torres y murallas) no están adaptadas a personas con movilidad reducida.




Aun así, desde arriba, la panorámica es preciosa.




Por lo tanto, se trata de una visita que se disfruta, al 100 x 100, en sus jardines con lo que os recomiendo que los vayáis a visitar cuando haga buen tiempo o, en todo caso, cuando no os llueva.








 

EL PUENTE ROMANO









La postal de Córdoba – y una de las imágenes que con las que mejor recuerdas la ciudad – es sobre el puente romano. Tiene inicio en un imponente Arco de Triunfo (justo detrás de la Mezquita) que te tele transporta por segundos a Roma y finaliza en la Torre de la Calahorra. Es un paseo muy corto pero encantador y, aun más, de noche, no solo porque hay menos gente, sino por el ambiente tan romántico y tranquilo que se respira.



Algunas veces, hay espectáculos al aire libre de flamenco. Tanto si te gusta o no, escuchar flamenco de fondo mientras paseas por el puente romano, teniendo el rio Guadalquivir debajo y el arco de Triunfo y la Mezquita enfrente, hace que te impregnes de Córdoba y vuelvas al hotel lleno de sensaciones.


EN DEFINITIVA…





Córdoba enamora. Me impresionó. No me la esperaba así. Córdoba tiene la esencia pura de la Andalucía que todos nos imaginamos. Sus calles blancas y laberínticas te invitan a conocer la ciudad sin mapas y te dejan boquiabierto a cada minuto, sacando la máquina de fotos en casi todas sus calles. La Mezquita es impresionante. Los jardines del Alcázar de los Reyes Católicos son preciosos y el paseo por el Puente Romano – insisto, de noche - , es maravilloso y te ayuda a “digerir” las decenas de emociones experimentadas durante el día. 















Al mismo tiempo, Córdoba está muy bien cuidada, el blanco de sus fachadas irradia con el sol, y no hay ninguna calle sucia. Y, lo que ya pone la guinda al pastel, es su ambiente de vida tranquilo y agradable, parecido a lo que recomienda la “filosofía slow” (de la que dentro de poco os hablaré), con gente muy extrovertida y cercana, que me recordaron enormemente a mis abuelos por el cariño que desprendían cuando se relacionaban con los demás.

¿Ahora entendéis mejor la elección de la foto del encabezado, verdad?













En definitiva, volveré. Ya no sólo porque me quedan muchos patios por visitar sino porque ha sido una ciudad que me ha dado mucho en poco tiempo y porque  me ha demostrado que prioriza el cariño humano por encima del individualismo que nos tienen acostumbrado las grandes ciudades como Barcelona, Madrid... 






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