jueves, 31 de julio de 2014

EN MÁLAGA DESCUBRÍ...

La “parada final”, es decir, la ultima ciudad a la que tenemos planeado viajar, no lo suele tener fácil: tiene que luchar y vencer con el cansancio del sujeto. Esto me sucedió con Málaga a la cual dediqué la mitad del tiempo que tenia previsto y que, justo cuando tomé el tren para la vuelta a Barcelona, me arrepentí de no haberme entregado a ella.

Pero rebobinemos… Nada más pisar Málaga tuve una sensación amarga: después de estar en una ciudad con esencia de pueblo (Granada) y de un pueblo de costa (Nerja), el tránsito acelerado, el ruido, los grandes edificios, el centenar de personas caminando en distintas direcciones… me señalaban el contraste: estaba en una gran ciudad.

Al principio, me vi con pocas energías por conocerla pero, tras un largo y merecido descanso, me dejé llevar y, como por arte de magia, Málaga me fue enamorando poco a poco. 

En Málaga descubrí…

1- Que tiene un “oasis”, es decir, una zona donde “todo se para” y desconectas al completo de que estás en una gran ciudad; esta es, sin duda, la zona de costa coronada con la Playa de la Malagueta. El contraste entre esta zona y el centro es brutal.


2- Aun estando en el centro, puedes encontrar espacios tranquilos. Sí, parece extraño pero el malagueño local tiende a vivir la vida más relajadamente y eso hace que hayan plazas donde se respira familiaridad y calma aunque estén, por ejemplo, a solo unos metros de la Catedral.


3- Que la tonalidad del cielo de Málaga y, por ende, de la Costa del Sol es diferente. Me lo dijo un taxista (aquí los taxistas hacen casi de guía de manera natural, son muy amables) y pienso que tenía razón: lo vi, a mi parecer, más claro de lo normal. 


4- Que Málaga tiene muchísima cultura por visitar y conocer. Esto no siempre lo muestran los medios los cuales tienden a simplificar: Málaga = playita y “servesita”.


4- Que la “Málaga turística” vive de Picasso. Fue muy emotivo visitar su casa natal así como el museo. En la casa, me sentí como si hubiese dado un viaje en el tiempo y estuviera, de intruso, “chafardeando” su hogar. 
 
   

5- Que el malagueño local tiene una necesidad innata de establecer comunicación y eso, no solo me gusta sino que ME ENCANTA. Hay varias anécdotas pero fue una conversación – que yo no inicié – la que me llevó visitar la mejor vista panorámica de toda la ciudad sin tenerlo planeado: en los pies del Castillo de Gibralfaro. 

6- Que, de la misma manera que sucede en toda Andalucía, hay un sentido estético en las fachadas de muchos edificios: tanto de colores como de uso de macetas. Parece, incluso, que haya una especie de “competición encubierta” por querer ser la ciudad de Andalucía que mejor decore la fachada de su hogar.


 

6- Que despertarte, no con la alarma del móvil, sino con el ruido de los coches de caballos, es una de las sensaciones más bonitas de estar en Andalucía.



En definitiva, Málaga hizo olvidarme de mapas, relajarme y visitarla casi como un autóctono más. Fue desde esa perspectiva, la que me hizo ir descubriendo muchos rincones preciosos que me fueron enamorando. Aun así, debo de conocerla más. Otra vez será ;)

miércoles, 30 de julio de 2014

NERJA, UNA DE LAS PERLAS DE LA COSTA DEL SOL

 Seguro que todos os habréis dado cuenta de que hay ciudades que, con tan solo pronunciarlas, sacan una mirada tierna y una sonrisa carismática a las personas que la han visitado. Pues bien, esto me sucedió con Nerja. Sin duda, debería ser una ciudad preciosa. De hecho, un amigo mío – que sabe que me enamoran los pueblos blancos de mar – me dijo: “tú eres muy Nerja”.

Así pues, algo quedó claro en mi ruta: de Granada a Málaga, iba a parar en Nerja.


Lo hice y os puedo decir que fue uno de los pueblos de mar más bonitos que he visitado en mi vida. Sus paisajes son imponentes, la ciudad es rotundamente limpia y bien cuidada, la estética de su arquitectura (apartamentos, iglesias, fuentes, plazas…) es preciosa, la gastronomía es exquisita y bastante bien de precio, y como suele suceder en Andalucía: la gente es muy amable.







Es cierto que es bastante turístico, por la serie Verano Azul – de hecho, está el barco original de Chanquete en la entrada, para ser visitado- , tener las Cuevas y el impresionante Balcón de Europa pero, al mismo tiempo y de manera casi mágica, consigue que eso no perturbe en absoluto la tranquilidad que se respira en el ambiente, el cual, además, es familiar y amigable.





Nerja fue mi puerta de entrada a la Costa del Sol de la cual estoy convencido que se esconden muchas otras perlas más.


Tal y como me dijo un taxista: “¿Por qué crees que la Costa del Sol es uno de los principales atractivos turísticos por los Europeos y, al mismo tiempo, la zona de España donde más gente viene a disfrutar de su jubilación?”

viernes, 25 de julio de 2014

¡GRANADA SÍ MERECE LA PENA!

Si bien es cierto – o al menos bajo mi punto de vista – que no llega a superar en encanto a Córdoba, Granada puede presumir de conservar a la perfección su “alma” de pueblo y, sobre todo, de tener una de las joyas arquitectónicas más importantes – y visitadas – del mundo: la Alhambra. Tanto es así, que figura en todas las guías de: “1.000 cosas que ver antes de morir”. 

Con esta introducción queda algo claro: “si vais a Granada TENÉIS que visitar la Alhambra”. No me imagino una visita a la ciudad sin contemplar su máxima joya.
Es más, a los pocos minutos de pisar la ciudad, os daréis cuenta que “la Granada turística” vive de ello, tanto es así, que pasear por algunas de sus calles te hacen transportar a Marruecos.





Para visitar la Alhambra, debéis reservar vuestra entrada por internet y con antelación, dada la gran afluencia de turistas que la visitan, a diario. La entrada cuesta 15,40e (sin visita guiada ni audio guía) y se tarda aproximadamente 3 horas en visitar sus instalaciones. Éstas están repartidas en tres grandes espacios:


GENERALIFE






ALCAZABA

 

   
PALACIOS NAZARÍES (con el famoso Patio de los Leones)






NOTA: podéis llegar a la Alhambra tanto a pie como en bus; por su ascendente camino, os recomiendo la segunda opción, es bastante económica (1euro y algo) y pasan buses con bastante frecuencia desde el centro de Granada.


Y UNA VEZ VISITADA LA ALHAMBRA, ¿QUÉ?

Granada cuenta con una zona turística preciosa de ver y que se puede hacer con una meta obligada: el mirador de San Nicolás. Este es el mirador que queda justo en frente de la Alhambra y donde, no solo se pueden sacar unas fotos preciosas, sino que se puede disfrutar del atardecer con artistas callejeros cantando flamenco. ¡Todo muy de la tierra!


Para llegar a él, se parte desde la Plaza Nueva y se “asciende” caminando por un conjunto de laberínticas calles con pendiente, alrededor de unos 10-15 minutos. El camino es cansado por ser ascendente pero, a la vez, muy bonito y es que transcurre por calles y plazas muy características del barrio del Albaicín. 




 

















En la Plaza Nueva, también hay un paseo muy recomendable: el que transcurre por el rio Darro. Es agradable, tranquilo y bonito; ahora bien, finaliza en una plaza con un conjunto de restaurantes para “guiris”, con lo que es más recomendable comer/cenar en otra zona.





Y aquí hemos topado con otro de los puntos fuertes de Granada: su gastronomía. Se come muy bien, a buen precio y en grandes cantidades. Al mismo tiempo, su gente es muy amable y te sientes muy bien atendido y acogido.

 
 
















¡Ah! Y como ultima sorpresa: su catedral. Es muy imponente y os recomiendo visitarla. 


En resumen, Granada no me ha marcado tanto como Córdoba pero cuenta también con gran encanto; y sí, merece muchísimo la pena ir. La Alhambra hay que visitarla sí o sí, así como el mirador de San Nicolás o el paseo por el río Darro. ¡Granada os sorprenderá y su gente os encantará!